miércoles, 7 de septiembre de 2011

Ciudades que nos borran el camino

Tu ciudad tiene una lluvia matemática,
hilvanada de paraguas en silencio,
No inventaron este lugar para mí.
Ahora, otras ciudades se enroscan en mi cabeza,
como una corona de peces muertos.
Quiero regresar a aquel portal,
quiero jurar la llegada de todos los comienzos.
Plazas que son clavículas,
recuerdan sus grandes noches...
Yo estuve en alguna de ellas,
yo fui también sus intestinos,
el azufre necesario de su lágrima.
Pero esta ciudad olvida sus alientos,
sus órganos internos
heridos de indolencia
No iré a ningún sitio
si no respiras conmigo las ventanas,
agujeros oscuros de duendes en cuclillas,
No iré a ningún sitio mientras haya miedo,
miedo de rodillas estáticas,
miedo de afilar, por si acaso, los cuchillos.
Y es entonces, con el terror atenazado en los nudillos
cuando comprendo que en realidad
hace ya mucho que no estás
y no hay ventanas, ni portal,
ni desagüe compartido,
ni frontera digerida,
ni abrazo que me salve de mí misma.
Todavía guardo tu saliva purpura al decir:
Las ciudades nunca se parecen a nosotros.

3 comentarios:

  1. lo mismo que hay ventanas que son fugas al revés,
    existen ciudades todavía por cruzar.

    abrazo colateral

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  2. Preciosos versos, las ciudades las conforman las personas y las situaciones, la magia de una ciudad dependerá de lo que en ella nos suceda, sus arquitecturas son volátiles y moldeables a los sentimientos.

    besos

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  3. Bonito texto paisana, la ciudad es un espacio geográfico entre un conjunto de edificios, yo prefiero la ciudad jardín situada en entre un entorno ajardinado y viviendas unifamiliares.
    un abrazo.

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