viernes, 4 de noviembre de 2011

los ojos que se tragan la lluvia de los otros

Entre tu luz y el gesto perplejo de las lunas
prefiero la maceta llena de hormigas,
o la ciudad que no se acuerda de que es inhabitable.
La longitud de una electricidad conocida,
o tu presencia.
El peso exacto de las manos
protegiendo una desnudez imaginaria
o tu sombra sugiriendo una bañera.
La danza de algunas despedidas
cuando al decir adiós también dices:
me asesino.

11 comentarios:

  1. [como sombras de lágrima,

    qual rio navegando-nos em margens imaginárias]

    um abraço,

    Leonardo B.

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  2. Carlota, las diosas siempre están equivocadas, por lo menos las de la literatura. No se puede ser resultadista. "Si vas a intentarlo que sea hasta el final" (Factotum). Y la constancia creo que es el punto flaco de más de uno, también el mío, no creas. Quizá seamos constantes, pero de una manera tangencial. Apostamos fuerte pero tal vez nos lastra la incapacidad para definir cuál es nuestra apuesta.
    Un saludo.

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  3. Es que es una constante, decir adiós, morirse, asesinarse, y volver a empezar más viejos.

    Bss.

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  4. Hay adioses que liberan y otros que asesinan, el punto está en que no siempre podemos elegirlos.

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  5. Cada vez que se dice adiós se asesina una parte del otro y de nosotros, y por supuesto el "nuestro", el mundo creado entre ambos. Pero es eso la vida, entrar y salir, y seguir, siempre seguir... después de todo desde que nacemos vivir es un verbo suicida.

    besos

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  6. Menos esa danza, que es impreferible, se puede compartir y te acompaño... La canela indigerible para las hormigas, las luces de neón, trampas que atraen insectos

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  7. Brutal final. Incómodo... inquietante...

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  8. Me gustan tus poemas. Soy un enfermo de la poesía y de la literatura.

    Un saludo.

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