Yo le declaro la guerra a la normalidad,
si, a ti también que quisiste envenenar las horas con jazmines...
Me sobra tu vida.
Nos amputaremos el sexo
y diremos que es un tubérculo de madera.
Nos amputaremos los labios
y sabremos que nuestra identidad
tiene que ver con los naufragios.
Por fin no diremos nada.
Sabremos distinguir entre el silencio y los ojos.
Dame un código
y te daré mi lengua.
la epidermis, la temperatura,
las cosas alrededor nuestro inventan idiomas sintéticos.
La normalidad,
¿crees que no se da cuenta de que somos un esqueleto prematuro?
Tus besos me dan arcadas
porque saben a costumbre,
a edificios estrábicos,
a siestas programadas,
a colas del paro,
a facturas del gas.
Prefiero ser un poco menos feliz y sentirme distinta.
Yo me compadezco de tu normalidad.
Nunca supo quién eras
martes, 29 de mayo de 2012
sábado, 26 de mayo de 2012
Destruir ...dijo ella
Hoy dirás que esta es la noche definitiva,
que nos drogaremos sin decírselo a nadie,
que nos miraremos separadas por la música
y querremos gritar un mundo muerto,
el olor a pesticida del verano.
Y sabremos que han prescrito todas las facturas
que tenemos con la suerte,
que pudimos ser jóvenes
y tener labios como constelaciones enteras de mentrias fragmentadas.
Hoy dirás que esta es la noche definitiva.
Y querremos matarnos y ser felices
sin saber dónde acaba el éxtasis
y dónde empieza la naúsea del futuro.
Porque todo instante es la antesala de una herida,
existir pesa más que esta noche,
y es más definitivo que el oxígeno.
Los segundos que nos separan de la muerte,
le sonríen a tus ojos cenicientos,
hay insectos aprendiendo a vivir en el olor de las cosas,
se intoxican del hedor de tus ombros,
y extraen de las pieles sus conclusiones.
Hasta la vida hace crucigramas,
y en ellos estamos nosotras enmedio de esta noche,
que no es definitiva,
que no tiene sus venas propias,
que se sirve de muchas caras sin apellido,
y se pierde en el desorde biográfico de tu risa,
que es el grito de quién ha llegado al final del edificio,
oscuridad del árbol atrapado por su raíz inerte,
oscuridad que ha vomitado la tiniebla,
templo de madrugada y la locura.
Que definitiva está la noche...
que nos drogaremos sin decírselo a nadie,
que nos miraremos separadas por la música
y querremos gritar un mundo muerto,
el olor a pesticida del verano.
Y sabremos que han prescrito todas las facturas
que tenemos con la suerte,
que pudimos ser jóvenes
y tener labios como constelaciones enteras de mentrias fragmentadas.
Hoy dirás que esta es la noche definitiva.
Y querremos matarnos y ser felices
sin saber dónde acaba el éxtasis
y dónde empieza la naúsea del futuro.
Porque todo instante es la antesala de una herida,
existir pesa más que esta noche,
y es más definitivo que el oxígeno.
Los segundos que nos separan de la muerte,
le sonríen a tus ojos cenicientos,
hay insectos aprendiendo a vivir en el olor de las cosas,
se intoxican del hedor de tus ombros,
y extraen de las pieles sus conclusiones.
Hasta la vida hace crucigramas,
y en ellos estamos nosotras enmedio de esta noche,
que no es definitiva,
que no tiene sus venas propias,
que se sirve de muchas caras sin apellido,
y se pierde en el desorde biográfico de tu risa,
que es el grito de quién ha llegado al final del edificio,
oscuridad del árbol atrapado por su raíz inerte,
oscuridad que ha vomitado la tiniebla,
templo de madrugada y la locura.
Que definitiva está la noche...
viernes, 18 de mayo de 2012
martes, 8 de mayo de 2012
Mayo, Madrid, Macarrones, y otras circunstancias para volver a escribir...
O bien la sangre,
o solo la intuición.
O el cuerpo pesa
o es asco el gesto de los rostros borrados.
La mutilación sin la euforia.
La soberanía en la jaula.
O bien la sangre
o rojo-labio-herida.
La lucha o la huida.
Alguien tuvo dos vidas
porque vivió en dos siglos
y decidió que todas sus muertes debían morir.
O el tiempo pesa
o el espacio es una fotografía dónde ya somos viejos.
Pero el peligro no es la nieve, sino el hielo
o todas las formas que tuviste de destruirte a tiempo.
o solo la intuición.
O el cuerpo pesa
o es asco el gesto de los rostros borrados.
La mutilación sin la euforia.
La soberanía en la jaula.
O bien la sangre
o rojo-labio-herida.
La lucha o la huida.
Alguien tuvo dos vidas
porque vivió en dos siglos
y decidió que todas sus muertes debían morir.
O el tiempo pesa
o el espacio es una fotografía dónde ya somos viejos.
Pero el peligro no es la nieve, sino el hielo
o todas las formas que tuviste de destruirte a tiempo.
viernes, 4 de noviembre de 2011
los ojos que se tragan la lluvia de los otros
Entre tu luz y el gesto perplejo de las lunas
prefiero la maceta llena de hormigas,
o la ciudad que no se acuerda de que es inhabitable.
La longitud de una electricidad conocida,
o tu presencia.
El peso exacto de las manos
protegiendo una desnudez imaginaria
o tu sombra sugiriendo una bañera.
La danza de algunas despedidas
cuando al decir adiós también dices:
me asesino.
prefiero la maceta llena de hormigas,
o la ciudad que no se acuerda de que es inhabitable.
La longitud de una electricidad conocida,
o tu presencia.
El peso exacto de las manos
protegiendo una desnudez imaginaria
o tu sombra sugiriendo una bañera.
La danza de algunas despedidas
cuando al decir adiós también dices:
me asesino.
jueves, 3 de noviembre de 2011
los cadáveres también tienen su manera de expresarse
No dieron sus nombres.
Sólo dijeron que su aliento había sido concluyente.
El ombligo servía como respuesta.
Sus sueños siempre transcurrían en espacios cerrados.
A ella le daban miedo las alturas,
a él, los horizontes.
Ella bebía ron barato y solía llamarle baby
casi siempre forzando la voz para que pareciera más grave.
Él fumaba lucky strike y a veces era sonámbulo.
No sabían cocinar ni acostumbraban a pagar en los moteles,
a veces hablaban del futuro,
que normalmente consistía en comprar una caravana.
Acabaron en una morgue que es dónde acaban los locos
que todavía le guardan algún respeto a sus impulsos.
Sus cuerpos intactos eran medias frutas recién cortadas del árbol.
El destino no muerde. Sólo abriga a quién se expone demasiado a sus fauces de plata.
No dieron sus nombres.
Pero debían sonar como el animal indio,
extinguido,
en una llanura de almendras.
Sólo dijeron que su aliento había sido concluyente.
El ombligo servía como respuesta.
Sus sueños siempre transcurrían en espacios cerrados.
A ella le daban miedo las alturas,
a él, los horizontes.
Ella bebía ron barato y solía llamarle baby
casi siempre forzando la voz para que pareciera más grave.
Él fumaba lucky strike y a veces era sonámbulo.
No sabían cocinar ni acostumbraban a pagar en los moteles,
a veces hablaban del futuro,
que normalmente consistía en comprar una caravana.
Acabaron en una morgue que es dónde acaban los locos
que todavía le guardan algún respeto a sus impulsos.
Sus cuerpos intactos eran medias frutas recién cortadas del árbol.
El destino no muerde. Sólo abriga a quién se expone demasiado a sus fauces de plata.
No dieron sus nombres.
Pero debían sonar como el animal indio,
extinguido,
en una llanura de almendras.
lunes, 31 de octubre de 2011
sonreía como un buho cuando no ve en la oscuridad
No está hecho de sueños el arcén de tu edad,
tu nombre es una confitura de hierros.
Dirán que están de tu lado,
dirán que tu boca ha asumido como propio
el color del pintalabios.
Rojo rubi. Mac 205.
Insistirán en las astillas
y terminarán las frases con puntos suspensivos perforados.
Pero no te confundas,
siempre que hablan de tí,
hablan en realidad de ellos mismos.
Dirán que las lenguas no iluminan,
dirán que vienes de una canción de sílabas submarinas,
que sólo te construye un escalestrix de venas de azúcar
que has aprendido a hacer de lo intermedio tu presente.
No les creas.
No está hecho de sueños el arcén de tu edad.
Debajó de su tapa,
los años guardan
tu verdadero nombre.
tu nombre es una confitura de hierros.
Dirán que están de tu lado,
dirán que tu boca ha asumido como propio
el color del pintalabios.
Rojo rubi. Mac 205.
Insistirán en las astillas
y terminarán las frases con puntos suspensivos perforados.
Pero no te confundas,
siempre que hablan de tí,
hablan en realidad de ellos mismos.
Dirán que las lenguas no iluminan,
dirán que vienes de una canción de sílabas submarinas,
que sólo te construye un escalestrix de venas de azúcar
que has aprendido a hacer de lo intermedio tu presente.
No les creas.
No está hecho de sueños el arcén de tu edad.
Debajó de su tapa,
los años guardan
tu verdadero nombre.
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